Dra. Ma. de la Cruz Ruiz Jaramillo1, Dr. Arturo Vargas Origel2
1Pediatra Hospital General León, Capítulo León,
Presidente del Colegio de Pediatras del Estado de Guanajuato
2Pediatra Neonatólogo Capítulo León
Bol Cient Cult Col Ped Gto 2023;1(3):59-62
INTRODUCCION
El recorrido por la obra de Edvard Munch nos lleva a visualizar momentos dolorosos que todo ser humano vive cuando se enfrenta a la enfermedad y la muerte.
Nacido en Löten, Noruega el 12 de diciembre de 1863. Su padre fue médico militar que dedicó su vida al cuidado de los pobres en grupos caritativos de la iglesia luterana de Oslo (en esa época llamado Kristiania). Sus biógrafos señalan como momentos clave la muerte por tuberculosis de su madre cuando él tenía 5 años y también de su hermana más querida, Sophie, cuando él tenía 14 años y ella 15, situaciones que le provocaron una depresión profunda que se exacerbó años después cuando murieron su hermano, su padre y su amiga de la infancia que fue su amor de juventud. A su hermana menor se le diagnosticó esquizofrenia en la adolescencia. Además, vivió en carne propia la pandemia de la gripe española de principios del siglo XX (1,2,3,4).
Su formación profesional como pintor inició a los 17 años en Noruega y posteriormente en Francia. Aprendió el estilo naturalista con Christian Krogh pero no le satisfacía. En sus viajes por Italia, Alemania y Francia recibió la influencia de Toulouse-Lautrec, van Gogh y Gauguin quienes dejaron la alegría del impresionismo y estaban convirtiendo la angustia de la civilización moderna en los inicios del simbolismo y expresionismo. Munch se dio cuenta de que debía pintar no lo que veía sino lo que sentía. Con esta convicción es como creó entre 1885 y 1886 su obra maestra: “Niña enferma” a partir de trazos gruesos y colores contrastantes que no fue comprendida ni aceptada por sus contemporáneos. Fue hasta 1893 en una muestra en Berlín, Alemania cuando su estilo fue respetado y admirado. Sin embargo, su dolorosa historia de vida lo llevó a severos estados depresivos y adicción al alcohol por lo que en 1908 fue internado en un instituto psiquiátrico en Copenhague donde recibió tratamientos con descargas eléctricas durante varios meses. Se rehabilitó y regresó a la pintura creando los murales del aula magna de la Universidad de Oslo (1,2).
Reprodujo sus pinturas en xilografía y en litografía para guardar en su casa los originales. Fue así que murió rodeado por cientos de sus cuadros en su casa de Oslo a la edad de 81 años durante la invasión nazi en 1944 (1).
Much es mundialmente conocido por su obra “El grito” cuyos
bocetos iniciaron en 1891 y culminó con su versión más famosa en 1893, pero quienes amamos la pediatría nos sentimos más identificados con esta magistral y desgarradora obra de la “Niña enferma” es por eso que este artículo está dedicado al análisis de esta creación.
“NIÑA ENFERMA”
Edvard Munch inició su carrera pictórica con influencia impresionista, pero la obra “La niña enferma” ya pertenece al movimiento expresionista y simbolista. Representa a Johanne Sophie (1862-1877) hermana del artista, en su lecho de muerte por tuberculosis, siendo cuidada por su tía Karen, ya que para entonces la madre de Edvard y de Sophie ya había muerto por la misma enfermedad (5). Se trata de una serie de seis pinturas y otros trabajos como litografías y aguafuertes realizados por Edvard Munch entre 1885 y 1926 con el mismo tema en el que hace catarsis por la muerte de su querida hermana (6).
Ver este cuadro nos transporta a un escenario en el que no hay esperanza. Se observa a la cuidadora como una madre con un dolor inmenso; no vemos su cara, pero la imaginamos con facciones que reflejan un largo tiempo de dolor por la enfermedad de la niña, de quien sí podemos ver su rostro que muestra tranquilidad en espera de que llegue el final de sus días. En la escena está presente una botella que podemos interpretar como un medicamento que dejó el médico que hizo esfuerzos infructuosos por lograr la salud de la enferma.
Los biógrafos de Munch sugieren que el dolor que transmite esta obra refleja también el sentimiento de culpa del autor ya que él también enfermó de tuberculosis, pero sobrevivió (1,5).
Esta obra fue presentada por primera vez en 1886 en la Exposición de Otoño de Kristianía pero recibió pésimas críticas por la técnica utilizada; los expertos dijeron que la pintura parecía rasguños sobre el lienzo; ellos no supieron identificar que esos trazos toscos e incompletos eran resultado de las manos temblorosas por la intensa emoción del artista (1).
Los médicos expertos en tuberculosis que han analizado esta obra como una expresión de belleza, horror y dolor, hacen énfasis en la posición en la que se encuentra la adolescente: sentada con la cabeza apoyada en una gran almohada lo que sugiere disnea severa. Fascies caquéctica, cabello rojizo escaso y la ausencia de su ceja derecha, cuyo nombre técnico es madarosis, signo dermatológico de diversas enfermedades, entre ellas la tuberculosis (6,7).
Varios autores también han señalado el acompañamiento que representa esta obra en la que la enferma tiene a una enfermera o una cuidadora al lado tomando firmemente su mano a pesar de que ya no existen esperanzas. Este tema fue motivo de referencia de esta pintura en varios artículos médicos durante la pandemia de COVID-19 en la que el acompañamiento se hizo a través del personal de salud y los familiares tenían que esperar lejos sin poder tocar o abrazar a sus seres queridos, sin poder despedirse de ellos (3,5,6).
Se ha dicho que la obra de Edvard Much es una ventana en una mente y ha sido motivo de múltiples psicoanálisis. El óleo sobre lienzo de 119.5 x 118.5 cm se puede observar en el Museo Nacional de Oslo, Noruega (8).
Mirar las versiones de esta obra nos inunda la mente de recuerdos, vivencias y aprendizajes y a la vez debe impulsarnos a sanar duelos personales y profesionales para seguir adelante en el amplio y fascinante mundo de la atención pediátrica.
Termino con la descripción que hace el propio Munch de su obra: “Mi arte debe verse en el contexto del pesado cargamento de mi herencia… Mi arte es una auto-confesión… La enfermedad me siguió a través de toda mi niñez y juventud… La tisis colocó su bandera rojo sangre victoriosamente en el pañuelo blanco” (9).
BIBLIOGRAFÍA
- Morillo Cadierno, R. M., González Moreno, M. J., & Capado Rodríguez, M. M. (2012). La familia, la enfermedad, el dolor y la muerte en la obra pictórica de Edvard Munch. Cultura De Los Cuidados, (25), 29–35. https://doi.org/10.14198/cuid.2009.25.05
- (Potter P) Polyxeni Potter. About de Cover. Emerging Infectious Diseases 2003;9(3):407
- Kelley JL. Edvard Munch, the Spanish Flu, and COVID-19. Clio’s Psyche (28 (3): 354-358
- Southgate MT. The Cover. JAMA 2005;294(14):1733
- Zárate C. Comentario sobre la pintura de la portada. Rev Psiq Clin 2018;56(1-2):71-72
- Corona-Rodarte E, Terán-De-La-Sancha K. La niña enferma. Med Int Méx 2021;37(2):258-260
- Saldarriaga-Cantillo A. Tuberculosis: expresión de belleza, horror y dolor. Colomb Med (2009) 1009;40(1):134-7
- Azeem H. The art of Edvard Much: a window onto a mind. BJPsych Advances 2015; 21:51-53
doi:101192/apt.bp.114.012963
- Chorba T, Jereb J. Keeping it in the family: the childhood burden of tuberculosis. (Emerg Infect Dis), 2017;23(3):561-562