LA FAMILIA Y LA SALUD DEL NIÑO

Dr. Salvador Santoyo Rincón1

1Pediatra Hospital General Salamanca, Capítulo Salamanca

Bol Col Ped Gto 2023;1(2):20-22

“Mi familia es mi fuerza y mi debilidad” (Aishwarya Rai Bachchan)

El ser humano es una de las criaturas mas indefensas y dependientes al momento de nacer. Los instintos con los que nace únicamente le permiten llorar para hacerse notar y solicitar ayuda. Un recién nacido, tarda mas de 6 meses para desplazarse mediante el gateo y casi un año para deambular en dos pies. No tiene dientes, garras o veneno que lo defiendan del clima y los depredadores. Por lo tanto, para que un neonato sobreviva es indispensable que alguien lo proteja y lo alimente. Esto no es un error de la naturaleza, ésta, le ha dotado al humano adulto el instinto de la maternidad o la paternidad, es decir, la necesidad o el deseo de cuidar su pequeño retoño. Los padres entonces, de forma instintiva, satisfacen todas las necesidades del bebé, las cuales van desde el calor, alimento y techo, hasta las de cariño, seguridad y confianza. La sobrevida y el desarrollo del menor depende indiscutiblemente de su familia.

La familia es la célula primordial de la civilización, es el ladrillo con el cual se construye una sociedad. Dentro de su familia el niño desarrolla su personalidad y sus talentos naturales; aprende quién es, cómo enfrentar al mundo y a relacionarse con los demás; descubre sus fortalezas y debilidades. La familia sirve de modelo o ejemplo para el comportamiento en sociedad; le enseña al niño a confiar y generar confianza, le muestra los limites de lo que se puede y se debe hacer, de lo correcto y lo legal, de lo ético y lo moral, lo ayuda a crecer física y mentalmente, lo acompaña en la aventura de conseguir su independencia y la autosuficiencia, de aprender a amar y a respetar al prójimo. Una familia sana le brinda un lecho seguro donde pueda expresarse con libertad, donde ser él mismo es factible. La familia es un colchón para desplomarse cuando está sufriendo y en donde puede recargar la energía y la motivación necesarias para levantarse y seguir adelante. Una familia que no cumple con estas funciones está enferma.

Los niños aprenden a relacionarse con los demás de la forma en la que se relacionan con sus cuidadores principales. Lo padres que siempre    o    casi    siempre  están  al pendiente de sus hijos y satisfacen sus necesidades de manera oportuna le brindarán al niño un apego seguro, que le ayudará a tener seguridad y a confiar. En caso contrario, un apego inseguro se dará cuando las necesidades frecuentemente quedan insatisfechas, ya sea por la ausencia o negligencia de los padres, o sea que con frecuencia no están o aunque estén no les interesa satisfacerlas. Y en el peor de los casos, cuando los progenitores además de no satisfacer las necesidades del niño, le causan daño por maltrato o abuso físico, psicológico y/o sexual. Un apego inseguro puede fomentar en el niño el desarrollo de trastornos de conducta, fobias, trastornos de ansiedad y muchas otras enfermedades mentales (1).

La familia del niño le enseñará a construir su propia familia. De ahí la importancia social de la salud de las familias. Estas son el tejido con el que se construye una sociedad. Familias sanas crearán sociedades sanas.

En la actualidad es muy frecuente que los pediatras detectemos problemas de salud mental en nuestros pacientes. Cuando así sucede, habitualmente los canalizamos hacia los servicios de psicología o paidopsiquiatría, quienes evalúan, diagnostican y ofertan tratamientos. Sin embargo, en muchos casos los resultados son poco alentadores, porque los síntomas del niño solo son un reflejo de la enfermedad de su familia. Por lo tanto debe tratarse a todo el núcleo familiar. Es poco probable que se le resuelva un   problema   en   cuestión  de salud mental a un niño tratando exclusivamente a él. Recordemos que durante la infancia todos los aspectos conductuales están siendo moldeados por la familia. Así que si de verdad queremos ver cambios importantes en la conducta de los niños es indispensable incluir en las intervenciones a los familiares.

Un ejemplo de esto es la enuresis, que se da cuando un niño mayor de 5 años, que ya desarrolló la capacidad de controlar sus micciones, la pierde durante la noche. Se ha demostrado que más del 80% de los casos el niño cursa con un trastorno de estrés o ansiedad (2). Los motivos van desde un nuevo hermanito en la casa, separación de los padres, hasta el ser víctimas de violencia intrafamiliar, maltrato o abuso. Por muchos medicamentos y/o terapia que se le dé al niño para que mejore el afrontamiento de la ansiedad, no va a mejorar si no se trata el origen de la ansiedad.

Los padres tenemos que entender que muchas veces somos la causa y el motivo de que se perpetúen los problemas de salud de nuestros hijos. Tenemos la responsabilidad de su bienestar y por lo tanto la obligación de modificar conductas que en apariencia no son dañinas para nosotros como adultos, pero sí lo son para los niños. Es indispensable que tomemos conciencia de la trascendencia de nuestra participación. Con nuestro diario actuar serviremos de ejemplo y motivación para forjar la conducta de nuestros hijos.

Muchas veces los padres actuamos de cierta forma pensando que es lo mejor para nuestros hijos, pero como humanos podemos estar equivocados y en vez de ayudarlos, los podemos dañar. Nuestra responsabilidad es aceptar el error cometido y enmendarlo en medida de lo posible para que nuestros hijos puedan sanar sus heridas y continuar con su desarrollo lo mas cercano posible a la normalidad. Es posible que necesitemos sanarnos nosotros primero para luego poder ayudarlos a sanar a ellos.

BIBLIOGRAFÍA:

1.- Marrone M. La Teoría del Apego y algunos Aspectos de sus Aplicaciones Clínicas. Revista PsiRelacional. 2022;3(Octubre): 189-202. [https://revistapsirelacional.pt/wp- content/uploads/2022/11/mario- marrone-es.pdf

2.- El-Sharawy S, abdelsalam M, Youssef U, Elsayed A. PSYCHIATRIC COMORBIDITIES IN CHILDREN AND ADOLESCENTS WITH NOCTURNAL ENURESIS IN ZAGAZIG UNIVERSITY HOSPITALS. Zagazig University Medical Journal. 2022; 28(6): 337-349. https://journals.ekb.eg/article_96858_ ba39247bc3e49f2ff5bd0b1e5e408ad6 .pdf

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