RIESGOS DE LA AUTOMEDICACIÓN EN PEDIÁTRÍA

Dra. María José Razo Padilla1

1Presidente del Colegio de Pediatras del Estado de Guanajuato Capítulo Acámbaro

Bol Col Ped Gto 2024;2(2):34-35

En términos generales, podemos considerar la automedicación como una medida positiva de autocuidado al permitir una atención inmediata a aquellos síntomas mínimos que podríamos creer no comprometen la vida y no requieren una valoración en el servicio de urgencias. Sin embargo, su práctica irresponsable, es decir la autoprescripción tiene efectos adversos potenciales, con alcances incluso fatales. La Asociación Médica Mundial describe de manera muy simple la diferencia entre automedicación (autoconsumo de medicamentos que no precisan prescripción) y autoprescripción (autoconsumo de medicamentos que por sus indicaciones o riesgos requieren prescripción médica); sin embargo, las diferencias entre uno y otro concepto no son entendidos por la población. Tanto la autoprescripción como la automedicación en niños tienen “peculiaridades” que obligan a considerarlas de mayor riesgo que en los adultos. Por una parte, el desconocimiento de los efectos adversos reales en un niño, de muchos fármacos utilizados en adultos, carecen en su mayoría de autorización en edad pediátrica.

Por otra parte, y tal vez sea el aspecto más particular, podría decirse que, al niño, tanto la autoprescripción como la automedicación se le administran «por poderes», lo que significa que es decisión de una tercera persona, generalmente la madre, sin que exista ningún tipo de prescripción por un médico pediatra. En el paciente pediátrico, no hablamos como en el adulto, de una decisión autónoma, libre y voluntaria, basada en el propio conocimiento o percepción de sus síntomas, sino que aquí se fundamenta en la interpretación subjetiva que hace de los síntomas la madre, o una tercera persona responsable del menor. Por lo tanto, hablar de esta situación nos parece de vital importancia, a fin de conocer condicionantes y percepciones relacionadas con esta problemática que puedan distorsionar la realidad y desencadenar complicaciones graves de la salud de nuestros niños.

En cuanto al nivel sociodemográfico, existen diversos factores que podrían estar asociados a la automedicación de los padres hacia sus hijos, como el nivel socio laboral, la edad, el nivel de estudios del padre de familia, la cercanía de los centros de atención médica, entre otros. En estudios realizados en diversos servicios de urgencias de América Latina se encontró que el tener muchos hijos, madres con estudios primarios y ser el tercer hermano tienen una asociación significativa con la automedicación hacia sus hijos. Algunos países en vías de desarrollo cuentan con evidencias para hablar de una prevalencia elevada de automedicación en niños, lo cual contrasta con países desarrollados en los que se detecta una menor prevalencia de esta práctica, quizá en relación con el acceso a los servicios médicos o en mayor medida con la idiosincrasia de los padres.

Uno de los principales peligros de citada “práctica” es la posibilidad de retrasar o incluso ocultar diagnósticos médicos importantes, ya que desconocemos lo que estamos tratando con la automedicación. Es decir, mejoramos el síntoma, que pudiera ser fiebre, tos o diarrea, pero no estamos investigando la causa principal, por lo que se corre el riesgo de no abordar de forma correcta el problema, permitiendo que la enfermedad avance y se agrave.

Además, la totalidad de los medicamentos tienen posibles efectos secundarios, tratándose de situaciones graves como insuficiencia renal o falla hepática por ejemplo  con los antiinflamatorios que aparentan ser innocuos. El mal uso de estos puede provocar interacciones negativas en el cuerpo, especialmente si el niño está tomando varios medicamentos o tiene otros padecimientos.

La mayoría de los antibióticos automedicados que se administran para tratar problemas respiratorios o gastrointestinales, podemos decir que son usados de forma inútil, ya que debemos comprender que muchos de estos casos son de origen viral y no ameritan el uso de antibióticos. El abuso de los mismos puede generar resistencia bacteriana, lo que dificulta su eficacia cuando son necesarios convirtiéndose en un enemigo de los pediatras. En niños y personas mayores, pueden experimentar efectos adversos más graves debido a su metabolismo o interacciones.

En resumen, consideramos importante tener presente que cada medicamento tiene beneficios siempre y cuando sea usado de forma correcta, pero también múltiples  contraindicaciones y es por ello que  consideramos necesario hacerlo de manera supervisada y controlada con su pediatra de confianza, y no dejar de un lado que nuestros niños son mas vulnerables a efectos secundarios o complicaciones graves con desenlaces fatales.

BIBLIOGRAFÍA.

Declaración de la Asociación Médica Mundial sobre la automedicación. Asamblea general de la AMM, Washington 2002. (consultado 3 Ene 2023).

Hernández Novoa B, Eiros Bouza JM. Automedicación con antibióticos: Una realidad vigente.(consultado 4 Sep 2021)

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